“Esto es un error. No hagas ningún sonido".
Era el año 1959, y un "bandido alto" (según The Courier Gazette) acababa de robar el histórico Hotel Menger. El ladrón se había sentado en el vestíbulo del lujoso hotel del siglo XIX y, a pesar de que tanto el guardia nocturno como el operador del ascensor se percataron del individuo, aparentemente tuvo la suficiente astucia para levantarse sin levantar sospechas, se dirigió a Paul Cox y colocó una bolsa de papel marrón encima del mostrador. Apuntando al empleado de cincuenta y ocho años que estaba al otro lado del mostrador.
Como ya lo habrás notado, la bolsa de papel marrón no estaba vacía el bandido alto la había usado para proteger su revólver. Cuando apuntó a Cox, el cañón del arma sobresalía lo suficiente para que el recepcionista lo viera claramente.
"Esto es un atraco", dijo el bandido, "dame todos los billetes grandes".
Cox lo hizo, apresurandose para entregarle al ladrón todos el dinero, excepto los billetes de 1, antes de que el bandido saliera del Menger.
Durante el último siglo y medio, el Hotel Menger, ubicado en Alamo Plaza en San Antonio, Texas, ha sido testigo de más que solo extravagantes ladrones. Ha sido el escenario del reclutamiento de los Rough Riders de Teddy Roosevelt, un incendio devastador y una serie de otros sucesos extraños.
Y por "extraño" me refiero a "fantasmal", porque este hotel, que alguna vez se conoció como el "Mejor hotel al oeste del Mississippi", también se ha ganado el galardón de "El hotel más embrujado de Texas".
¿Por quién preguntas?
Bueno, parece que todos los fantasmas acechan el Hotel Menger.
Antes de que el terreno donde se sienta el elegante Menger Hotel se convirtiera en un hotel, fue el escenario de quizás la lucha por la Independencia de Texas más recordada.
La batalla del Álamo..
Los texanos necesitaban ser liberados del yugo mexicano, y luego de varias disputas menores, finalmente resultó en una de las batallas más sangrientas en la historia de Texas. En febrero de 1836, el general mexicano Santa Ana marchó con sus tropas al fuerte del Álamo, con la intención de acabar con la rebelión. Llegaron con casi 4,000 soldados.
A pesar de las probabilidades en su contra, los texanos se reunieron para luchar. Aguantaron durante trece largos días. El oficial al mando, William Travis, envió misivas a otras comunidades de Texas en busca de ayuda y fue recompensado con treinta y dos voluntarios en su lucha. Los números fueron incrementando hasta llegar a doscientos.
La batalla había comenzado, pero el 6 de marzo de 1836, los soldados mexicanos marcharon hacia el complejo. Las tropas del general Santa Anna asediaron la iglesia y rompiendo las puertas con un cañón. Uno por uno, los luchadores texanos y sus partidarios cayeron, incluidos James Bowie y Davy Crockett.
En el terreno donde se construiría el Hotel Menger veintitrés años después, el Alamo cayó ante el general Santa Anna, y se informa que todos los hombres que luchaban por la independencia de Texas fueron asesinados.
Para en la década de 1840, el slogan de “Manifiesta el Destino” se había convertido en un concepto casi tangible para las innumerables personas que migraban hacia el oeste a través de las grandes llanuras de los Estados Unidos. Cuando el periodista John L. O'Sullivan escribió: ". . . el derecho de manifestar nuestro destino para extendernos y poseer todo el continente que la Providencia nos ha dado para el desarrollo del gran experimento de libertad y federación de autogobierno que se nos confió ", inició un grito de guerra que se haría eco todo a lo largo de la costa este.
El inmigrante alemán de veinte años, William A. Menger, debe haber sentido el llamado de alguna manera porque llegó a San Antonio a principios de la década de 1840, cuando todavía era una ciudad dedicada al ganado. Menger no perdió el tiempo y se instaló en San Antonio. En pocos años inauguraría la “Western Brewery” con su compañero Charles Phillip Degen, que era otro maestro cervecero alemán. Western Brewery no solo fue la primera cervecería en Texas, sino que en 1878, había crecido hasta convertirse en la cervecería más grande en el Estado de la Estrella Solitaria. (En 1868, Menger también compró a su competidor, Naylor’s Brewery, y se ganó el apodo de "Beer King".)
La Western Brewery (Cervecería Occidental) se había construido en parte del sitio en el que había ocurrido la Batalla del Álamo; justo al otro lado había una casa de huéspedes propiedad de la viuda, Mary Guenther. Resulta que Mary fue una de las primeras personas que Menger conoció cuando se mudó a San Antonio. Mientras buscaba posibles oportunidades de trabajo, Menger había convertido la casa de huéspedes de Mary su hogar temporal (bueno, mas del tipo permanente) durante tres años.
Finalmente, Menger convenció a la propietaria de la casa de huéspedes para que se casara con él, y poco después se casaron. Ambos negocios prosperaron en el mercado de San Antonio, pero pronto fue necesario expandir la casa de huéspedes. Necesitaban más espacio.
Juntos, el Sr. y la Sra. Menger decidieron convertir la casa de huéspedes en un opulento hotel. Lo llamaron Menger Hotel, en nombre de ellos, por supuesto, y se propusieron hacer realidad sus sueños.
Para diseñar el hotel de sus sueños, los Menger contrataron a un arquitecto local llamado John M. Fries. El 1 de febrero de 1859, se completó el hotel: era una estructura de piedra de dos pisos con detalles clásicos. El interior, si es posible, fue aún más impresionante.
William Menger continuó operando su negocio de cervecería, y ordenó construir una gran bodega debajo del hotel. Muros de piedra de tres pies de espesor formaban un espacio subterráneo que se usaba para enfriar la cerveza producida por la cervecería; un túnel corría entre los dos establecimientos para que Menger, que estaba naturalmente orgulloso de su excelente sabor, así podía traer a los huéspedes del hotel para probar su bebidas y recorrer la cervecería.
El Menger recibió tanta atención que tres meses después de la gran inauguración, William y Mary comenzaron a esbozar un plan para expandir el hotel. Lo que comenzó como un hotel de cincuenta habitaciones, luego se convirtió en un hotel de noventa habitaciones, lo que le otorgó el titulo del hotel más grande de la zona.
La Guerra Civil puso un gran peso en los negocios de los Menger. La cantidad de personas que vinieron a quedarse al hotel disminuyó drásticamente, y William se vio obligado a cerrar el establecimiento. . . para pagar a los huéspedes.
En un intento por mostrar su apoyo a los esfuerzos de guerra, en su lugar optaron por abrir la puerta del hotel a los enfermos y heridos. Durante la Guerra, el Menger se convirtió en un hospital improvisado para aquellos que estaban enfermos o gravemente heridos. Muchos fallecieron durante este período, incapaces de recuperar su salud.
Unos años después, William Menger falleció en el hotel en marzo de 1871. Su muerte lleno de dolor a toda la ciudad, pero la causa de su muerte sigue siendo un misterio aún hoy. Antes de su muerte, un periódico local escribió: "Nuestra comunidad no tenido a un caballero con mayor espíritu público, increibles empresas, con tanta generosidad y tan maravillosa energía". Menger había enfermado terriblemente, pero sin una autopsia realizada en el cuerpo del hotelero, su muerte siempre será un misterio
A pesar de la muerte de Menger, Mary se negó a darse por vencida y, justo después de la muerte de su esposo, rápidamente publicó un anuncio en el periódico local. En el aviso, aseguró a los lugareños que la muerte de William "no causaría ningún cambio en los negocios" con la cervecería o el hotel.
¿La verdad es? Ella no permitió que la muerte de su esposo afectará el negocio en absoluto..
En solo un año, Mary recibió a 2.000 huéspedes en el hotel. Con la expansión de los trenes y una estación almacenamiento en San Antonio, el Hotel Menger llegó más allá de lo que los menger esperaron. En la década de 1870, decidió agregar tecnología moderna y exuberante, equipando a todo el hotel con su propia fuente de gas.
La edad fue quizás lo único que frenó la destreza comercial de Mary. Su hijo rechazó la idea de heredar el hotel, y la propiedad fue vendida al contratista original del Menger, el Mayor J.H. Kampmann El Menger se vendió en 1881 por $ 118,500 ($ 2.8 millones hoy), y Kampmann también compró todos los muebles en el interior por otros $ 8,500 ($ 203,000 hoy).
Bajo la dirección de Kampmann, se instaló una nueva barra y se convirtió en una de las más elegantes de su época. Era una imagen casi idéntica a la del bar del House of Lords Club en Londres. Estaba equipado con una hermosa barra de madera de cerezo, techo de madera de cerezo a juego y espejos franceses.
El Hotel Menger continuó siendo el lugar donde ir y quedarse.
Cuando aparecieron los informes en el periódico el 15 de octubre de 1924, los titulares decían: "Huéspedes de Menger en llamas: explotan $15,000,000 millones en petróleo".
Aunque la explosión del petróleo no fue responsable del incendio, la conflagración sí ocurrió. Comenzando en la cocina, la nueva incorporación del hotel, las llamas escalaron las paredes hasta el techo. La madera sería en última instancia la caída del Menger, ya que el fuego se extendió a lo largo de la carpintería, calentando la extensión de la chimenea y tragándose por completo la totalidad del tercer y cuarto piso.
Se instó a todos los huéspedes a evacuar las instalaciones, gracias a un empleado nocturno que se dio cuenta rápidamente de que había un incendio. En la oscuridad de la noche, corrió a cada habitación, golpeando puertas y despertando a los invitados. Al parecer, uno de los huéspedes reaccionó con tanta histeria que empujó a los pobres recepcionista por las escaleras. (Por si a alguien quiere saber, el empleado no resultó herido de gravedad).
Sin embargo, ninguno de los 101 huéspedes alojados en el Menger resultaron heridos durante la evacuación. En cambio, las lesiones se produjeron cuando el motor a vapor salió retumbando hacia la calle. El enorme aparato vapor, se estrelló contra un tranvía que se aproximaba e hirió a los dos bomberos, A.J. Ashbruck y W.R. Boyd, que operaban el vehículo, y tres personas en el tranvía. Uno de los bomberos fue encontrado "inconsciente bajo los restos", aunque no se menciona su muerte en los registros.
The Express registró que "Raramente los bomberos han tenido que luchar contra un fuego más terco o espectacular". Las llamas supuestamente envolvieron toda la cuadra, pero en el Menger, afortunadamente, la sección original del hotel se libró de cualquier daño grave.
Fue después de que el incendio se prolongase durante cuarenta y cinco minutos, escribió el Houston Postque “las llamas, que al principio amenazan todo el edificio, fueron controladas. La planta de iluminación quedó fuera de servicio y los huéspedes se vieron obligados a buscar a ciegas las salidas".
Con los años, el Menger Hotel ha persistido en ser uno de los lugares más bellos para alojarse en todo Texas. Y como “El Hotel más Fino del Oeste de Mississippi”, ha recibido a algunos huéspedes increíblemente famosos en el último siglo y medio.
Actores como Sarah Bernhard y Lillie Langtree; hombres de política como el general Robert E. Lee y Ulysses S. Grant; y autores como William Sydney Porter, Sidney Lanier y Oscar Wilde se han quedado en el Menger, algunos con más frecuencia que otros. (La realeza y once presidentes también han llamado a este hotel histórico su hogar lejos de casa al menos una o dos veces).
Quizás uno de los invitados más famosos de Menger sea un tipo llamado Bill.
A principios del siglo XX, un artista justo hizo lo impensable: se fue del Menger sin pagar su factura. Hay que preguntarse cuán desesperado estaba por evitar pagar porque da la casualidad que dejó atrás su cocodrilo toro de 750 libras.
A diferencia de desalojar al pobre cocodrilo de los terrenos del hotel, la gerencia decidió nombrarlo "Bill", y le permitieron reinar libremente en el atrio. A veces, si él era amable, incluso traían otros caimanes para que Bill pudiera tener algunos amigos.
¿En qué otro hotel se haría algo como esto?
Durante el último siglo y medio, el Menger sigue siendo uno de los aspectos más destacados de San Antonio para visitantes y lugareños por igual. Aunque la era de la Gran Depresión desaceleró los negocios para el hotel, durante los años 40 vio el resurgimiento de la popularidad de Menger. Los propietarios, la familia Moody, agregaron nuevas renovaciones al hotel y los famosos volvieron una vez más a su lugar favorito. Mae West, Babe Ruth y Roy Rogers fueron todos a hospedarse durante este período.
El restaurante del Menger, el restaurante Colonial Room, también recibió grandes elogios por su menú. (Y aún así, ¡asegúrate de probar su helado casero de mango!)
En 1980, el Menger recibió una placa de “marca histórico estatal” en 1980; en 1989, recibió una de las más altos reconocimiento por ser un hotel histórico al ser incluido en el National Trust for Historic Preservation.
El Menger, con su fiesta anual de Halloween para niños y su fiesta anual de Navidad para los niños desafortunados, sin duda merece su reconocimiento de el “Finest Hotel West of Mississippi”.
Tan fino de hecho, que incluso en la muerte nadie desea abandonar el Menger, convirtiéndolo en el hotel más embrujado de Texas.
Hay una pequeña disputa sobre cuántos fantasmas aún rondan los pasillos de este hotel histórico: algunos ponen el número de espectros en treinta y dos, otros afirman que el número podría estar más cerca de cuarenta y cinco. Una cosa que sabemos con certeza es que Menger no solo está embrujado, está maldito. (desde su cimientos).
Los huéspedes han informado innumerables fenómenos paranormales, que incluyen de todo, desde presenciar camas levitando en el suelo hasta escuchar ruidos extraños e incluso ver caras casi translúcidas aparecer junto a las suyas mientras se miran al espejo. El aroma del humo del cigarro se siente en las habitaciones para no fumadores del hotel, y se sabe qué puertas pesadas se abren sin la ayuda de ningún mecanismo o alguien que las toque.
Sin embargo, ¿quién es responsable de toda esta actividad paranormal? A diferencia de muchos otros lugares embrujados en todo el país, los fantasmas de Menger no son tímidos en lo más mínimo. Si elige pasar la noche en el Menger, todo lo que puede aconsejar es "prepárese".
O mejor aún: buena suerte.
Teddy Roosevelt era un gran admirador del Menger Hotel, tanto que lo visitó en tres ocasiones diferentes. Aun así, su primera visita es sin duda la más memorable, ya que fue en 1898 cuando Teddy llegó a San Antonio con sus infames Rough Riders. Hoy se dice que la gente ve a su fantasma en el Menger Bar de vez en cuando.
Al llegar en 1898, el Coronel al mando estableció una sede de reclutamiento en el área del patio del Hotel Menger. Teddy se unió once días después, y no había ninguna duda de que los reclutas eran un grupo mixto. Mientras que algunos eran compañeros de clase de Teddy en Harvard, otros eran nativos americanos, vaqueros de Texas, guardabosques y gente al azar que se había enlistado para luchar en la Guerra Hispanoamericana. Se habían ganado su merecido apodo después de que un corresponsal de Washington D.C. los llamara un "rough riding outfit".
Aunque permanecieron en San Antonio por solo un mes, los lugareños prefirieron llamar a los hombres "Teddy’s Terrors". Se podría decir que el variopinto grupo había dejado una cierta impresión en la gente de San Antonio.
Los que habían sobrevivido a la guerra y la a vida misma regresaron al Hotel Menger para una reunión en 1905, incluido Teddy.
Parece que a pesar de que han pasado cien años, a muchos de los Rough Riders todavía les gusta acampar en el Menger. Aún más, el fantasma de Teddy Roosevelt es uno de los fantasmas más vistos en el Menger. Casi siempre, lo han visto, o escuchado, en el bar. Cuando el personal cierra de noche, han visto aparecer a un hombre junto al bar. Su figura casi translúcida nunca se mueve, nunca cambia; sin embargo, el personal ha informado que siente que está siendo observado en todo momento.
Sin embargo, en ocasiones el fantasma de Teddy Roosevelt es mucho más vocal. Sentado en el bar, es conocido por gritar a los trabajadores, introduciendo fácilmente a una conversar. En los raros casos en que el personal se ha acercado a la aparición muy real, se dice que comienza con sus tácticas de reclutamiento como si tratara de obligarlos a unirse a los Rough Riders.
En su mayoría, el personal de Menger no parece temer a Teddy, pero en una noche en particular, ese no fue el caso. . .
Fue con un nuevo empleado, y tal vez ese fue su primer error. Le habían encargado que cerrara el bar esa noche. Cuando casi había terminado, oyó un sonido distinto detrás de él. Dándose la vuelta, el empleado vio a un hombre aparecer en el bar. Teddy estaba haciendo lo suyo, mirando fijamente como lo hacía a menudo con el otro personal, pero el nuevo empleado entró en pánico al ver la aparición. Aterrorizado, se apresuró hacia las puertas para salir del bar, dándose cuenta tardíamente de que había estado encerrado.
Con el terror corriendo por sus venas, el empleado apretó los puños y golpeó la puerta con todas sus fuerzas. No está claro cuánto tiempo estuvo golpeando la puerta; ni se sabe cuánto tiempo estuvo allí el fantasma de Teddy, mirando al hombre prácticamente arañar las puertas en su intento de escapar.
Cuando otro miembro del personal finalmente escuchó los gritos de ayuda del empleado asustado, la puerta se abrió pero el daño ya estaba hecho. El empleado absolutamente aterrado. Incluso después de haber recuperado un poco su compostura y explicar lo que había sucedido, se negó a volver a entrar al bar.
Renunció poco después, pero es seguro decir que el fantasma de Teddy Roosevelt no ha abandonado el Menger porque los avistamientos continúan hasta el día de hoy.
Sallie White fue un parte del personal más querido de Menger Hotel a fines del siglo XIX. Era del tipo bueno, el tipo de persona que disfrutaba completando sus deberes diarios como sirvienta.
Aunque en el trabajo Sallie era todo sonrisas, no podía decirse lo mismo de su vida en casa. Su marido, Harry Wheeler, era del tipo celoso y en el hotel circulaban historias de que Wheeler siempre estaba celoso de cualquier atención dirigida a su esposa. Sus celos provocaron un sinfín de discusiones, algunas de ellas incluso ocurriendo en el propio lugar de trabajo de Sallie, el Menger.
El 28 de marzo de 1876, los celos de Harry Wheeler tomarían un giro mortal.
La noche anterior, una de las peleas de Harry y Sallie se había intensificado rápidamente. Wheeler volteo hacia Sallie y se acercó a ella. Tan furioso que amenazó con matarla. El pánico se escuchaba en los pasos de Sallie mientras escapaba de su esposo a la estación de policía local. Ella rogó a los oficiales que la ayudaran; ellos accedieron, permitiéndole quedarse en el juzgado por el resto de la noche. Una investigación del propio Wheeler y su casa no mostró signos de armas, dejando a los oficiales sin ninguna prueba para arrestar a Harry Wheeler.
Temprano a la mañana siguiente, Sallie regresó a su casa para recoger algunos artículos antes de ir a trabajar al Menger.
Harry Wheeler la había estado esperando y había estado esperando con una pistola completamente cargada.
Sallie corrió. Saliendo de su casa compartida, rogando y rezando, para atravesar rápidamente las dos cuadras hacia el Hotel Menger donde estaría segura. Pero Wheeler siguió de cerca a su esposa. La siguió por esas dos cuadras, y cuando la alcanzó, la agarró por la garganta y vació su pistola en la joven.
Él le disparó una vez en la parte inferior del abdomen, y cuando ella se soltó de su fuerte agarre. disparó de nuevo justo a la izquierda de su columna vertebral.
Sallie White murió dos días después en una de las habitaciones del tercer piso del hotel. Harry Wheeler nunca fue arrestado por el asesinato de su esposa. ¿A dónde fue después del tiroteo?, nadie está seguro. Sin embargo, Mary Menger y la gerencia del hotel amaban tanto a la pobre Sallie White que decidieron financiar los costos del funeral de Sallie. El recibo de 1876 todavía se puede encontrar en el vestíbulo del Hotel Menger, en el que pagaron en efectivo por Sallie White, "Sirvienta trabajadora, fallecida, asesinada por su marido". Por la tumba pagaron $ 25.00 y por el ataúd $ 7.00.
Hoy, el fantasma de Sallie White todavía se ve con frecuencia en todo el hotel, pero especialmente en el tercer piso donde falleció hace más de cien años. Parece que incluso en la muerte, Sallie disfruta de su trabajo en el Menger porque se la ve con más frecuencia cargando un puñado de toallas o sábanas en el pecho.
En dos separadas ocasiones, los huéspedes aseguran haber visto al fantasma de Sallie atravesar una puerta o una pared como si no fuera ningún problema para el espectro. Siempre tenía las manos llenas de sábanas y toallas. En la segunda ocasión, la huésped acababa de salir de la ducha cuando vio la aparición de Sallie doblando sábanas al borde de su cama. La conmoción la golpeó de lleno en el estómago, seguida rápidamente por puro miedo, y la huésped bajó las escaleras hasta la recepción y le dijo al conserje todo lo que había visto.
Para aquellos que esperan ver a Sallie por usted mismo, asegúrese de reservar su habitación en el tercer piso de la sección original del hotel. Esté atento a una forma casi translúcida con un uniforme de sirvienta, una bufanda atada a la cabeza y un collar de perlas.
Y si todo lo demás falla, tal vez estropee un poco sus sábanas; es para avisar a Sallie de que necesita su fantasmal ayuda.
Otro notable fantasma del Menger Hotel es el Capitán Richard King. Originario de la ciudad de Nueva York, la pobre familia irlandesa de Richard carecía de recursos para mantener a su hijo. Al no ver otra posibilidad, los padres de King optaron por vender al joven Richard como sirviente por contrato. Richard despreciaba su trabajo con un joyero en Nueva York, y en lo que tuvo la ocasión se escapó y se fue en un ferry con destino al río Mississippi.
Richard King se convertiría en uno de los empresarios más exitoso de toda América durante el siglo XIX. Fundó una compañía de barcos a vapor, y en realidad trabajó como en los bloqueos durante la Guerra Civil. Después de visitar Texas por primera vez, King decidió comprar tierras en Corpus Christi. Allí, abrió King Ranch, que terminaría extendiéndose a un millón de acres.
Richard King era realmente un rey, un rey del ganado.
Desarrolló un amor y aprecio por el Menger Hotel durante sus viajes de negocios a San Antonio. En realidad, se quedaba tan a menudo que el hotel le otorgó su propia suite privada en el segundo piso. Cuando King se enfermó mortalmente de cáncer en el estómago al final de su vida, solicitó que lo llevaran a su suite privada donde falleció el 14 de abril de 1885.
Su funeral se llevó a cabo en el vestíbulo del Menger y se dice que fue la procesión fúnebre más grande vista en San Antonio desde hace mucho tiempo.
Resulta que al igual que Sallie White, el Capitán Richard King no estaba dispuesto a dejar que la muerte fuera la razón por la que dejaría el Menger. Desde el momento de su fallecimiento, su fantasma ha sido visto en el Menger, especialmente en su antigua suite privada.
Hoy, la suite se conoce como King Ranch Suite, y tus puedes quedarse allí en tu próximo viaje a San Antonio. (Si tienes las agallas, por supuesto, ya que la cama en la suite es la misma cama en la que King murió en 1885).
Los invitados han informado de todo tipo de fenómenos paranormales en la Suite, especialmente la sensación de ser observados. Una mujer que dormía se despertó, solo para mirar al final de la cama y ver una aparición del Capitán King observándola.
Otros afirman haber escuchado fuertes pisadas sobre la habitación, además de escuchar que las persianas de las ventanas se abren y cierran por una fuerza invisible. La aparición del Capitán King ha sido vista deambulando por los pasillos del segundo piso y desapareciendo por las puertas.
Pero la actividad paranormal más extraña de todas debe ser la esfera roja danzante que solo ha aparecido en la suite de King o justo afuera de ella. ¿Cuál es la causa de este orbe rojo? ¿Acaso es una señal de que el Capitán Richard King está más cerca de darse cuenta?
Cualquier cosa es posible en el más allá.
Debido a su proximidad central dentro de San Antonio, el Hotel Menger ha sido escenario de muchos asesinatos y suicidios. Parece que muchos de esos espíritus inquietos aún no han salido del hotel, aunque es difícil saber el por qué. Tal vez están atrapados en el plano terrenal, de modo que su energía residual queda para revivir sus últimos momentos una y otra vez por la eternidad.
Si bien nunca lo sabremos con certeza, de lo que estamos seguros es que el Hotel Menger y La Muerte han tenido una relación cercana casi desde el principio.
En 1890, un agente de seguros de Austin se presentó en el Menger. Al entrar en el bar, donde se ha visto el fantasma de Teddy Roosevelt, H.H. Childers se acercó a la barra y desenfundó su pistola. Apuntó, disparó y mató a Jim Draper, un conductor despistado de San Antonio. En el juicio, Childers fue sentenciado a veinticinco años, pero en su apelación el caso fue revocado y se le permitió una fianza.
La motivación que tuvo Childers para el asesinato está completamente perdida en la historia, al menos no fue documentado en los periódicos.
Más tarde, en 1903, un empleado encargado de los correos visitó San Antonio. Originalmente había venido de Kentucky, pero a sus veintiséis años estaba bastante enfermo. Le habían dicho que San Antonio podría ofrecerle justo lo que necesitaba, y el empleado fue rápidamente.
El empleado no mejoró. La enfermedad debe haber sido tan grave que, al no ver otro recurso, el empleado fue a su habitación la noche del lunes 7 de septiembre de 1903; tomó un cuchillo y "se suicidó cortándose la garganta".
En el Hotel Menger, parece que las muertes por asesinato y suicidio solo han aumentado la actividad paranormal. Los huéspedes desprevenidos informaron haber visto a los fantasmas de estas desafortunadas almas "reproducir los últimos momentos de sus vidas antes de los espectadores sobresaltados".
Parece que la tragedia que sufrieron estas personas en la vida ha continuado incluso en la muerte mientras sus espíritus persiguen al Menger.
El Menger Hotel no solo es uno de los más famosos hoteles de San Antonio y de Texas, sino que también es uno de sus lugares más embrujados. Tanto el personal como la gerencia han tenido innumerables experiencias paranormales, tanto que cuando hombres como Ernesto Malacara se sientan a contar historias de fantasmas, las multitudes se reúnen para escuchar.
Con 316 habitaciones que dan al histórico Alamo o al jardín del patio, una piscina climatizada al aire libre y una bañera de hidromasaje, e incluso un Alamo Plaza Spa, hay algo en el Menger Hotel para todos.
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